Nos
resistimos a lo que otras personas nos muestran acerca de nosotros mismos,
cerrando así, la puerta a la posibilidad de trascender las partes que
descubrimos de nosotros.
La mayoría de los días de nuestra vida nos
dedicamos a resistirnos, desvitalizando la posibilidad a nuestro desarrollo
espiritual.
Vamos
acumulando los efectos de la resistencia y con el paso de los años empezamos a
enfrentarnos con una factura personal grave que afecta a nuestra salud del
cerebro y la visión.
Crecemos a
través de nuestra relación con la vida, lo que significa que a través de los
demás se nos muestran posibilidades acerca de nosotros mismos que no vemos.
Guillermo
Peña A.
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