Juzgamos a los demás (y nos autoguzgamos, a nosotros mismos,
aún con más ahínco).
Este tipo de reacciones son mecánicas, irreflexivas,
automatizadas, predecibles.
Nos comportamos como máquinas biológicas.
Los
comportamientos, reacciones, actitudes, que juzgamos en los otros, nosotros
mismos las vamos a repetir en algún momento dado, y muchas veces, tan solo nos
daremos cuenta cuando los demás reaccionen.
Juzgar es sobre todo una pérdida de tiempo de vida, es
insalubre para nuestro bienestar y el de los demás.
Lo sabemos, y no queremos responder así, pero el mecanismo
está tan bien integrado en nuestro sistema, y el juzgar surge tan naturalmente,
que prácticamente no nos damos cuenta hasta que nos salpica lo que hemos estado
proyectando.
Muchas veces en la singladura del juzgar se entremezclan
emociones y sentimientos perjudiciales como el miedo, el enfado etc. lo que
hace que se distorsione aún más nuestra percepción de la realidad.
Cuando aprendemos a ver hacia y desde adentro, aparecen, visibles, los entramados
comportamentales, lo que nos posibilita el poder remediarlos.
Juzgamos porque no vemos a los demás y nos autojuzgamos
porque no nos vemos.
Lo que vemos cuando juzgamos es una materialidad irreal que
ha construido nuestro sistema de creencias y que pone en marcha a nuestros
mecanismos
Guillermo Peña A.
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