Sentirse
agitado, ansioso, deprimido, conlleva y se retroalimenta de pensamientos
preocupantes, repetitivos.
Estamos convencidos
que estos pensamientos están al mando.
Que es
inevitable.
El resultado
es sentirnos fuera de control y experimentar miedo en diferentes grados.
Nos parece imposible salir de la confusión, lo que conduce a una espiral de impotencia.
Estas situaciones nos disminuyen, enferman, y afectan a nuestra capacidad de visión.
Estos elementos de confusión desaparecen cuando nos liberamos del estrés.
Guillermo Peña A.
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