Nuestro regalo es la Vida, que en cada momento es una escuela
para la educación del alma; presenciar y
darnos cuenta de nuestra amorosa unidad.
En el fondo es un plan de estudios básico invisible con un
gran propósito: ayudar a darnos cuenta de que detrás de cada una de las
lecciones de vida habita un ser divino
que quiere ser uno con su vida.
Cuando entendemos que se presentan (estos momentos) en
nuestro camino de vida para ayudarnos a aprender más sobre la naturaleza eterna
del amor.
Con este
entendimiento nos hacemos conscientes de que todo lo que ocurre en nuestra vida
nos ha llegado no como algo establecido en contra de nuestros intereses, sino
para ayudarnos.
A medida que nuestra vista mejora empezamos a despejar
nuestra visión interior, y vemos que todas las cosas vienen a nosotros por el
bien y para aumentar nuestra confianza en esta llama de amor.
Al empezar a ver mejor, distinguimos su luz y vemos cada
vez con más claridad que nada nos sucede
que no sea parte de nuestra preparación para trascender sobre quiénes y lo que
hemos sido.
Nuestra convicción; la Verdad se mueve más allá de toda duda, y
nuestra confianza crece porque hemos encontrado lo que hemos estado buscando
durante toda nuestra vida.
A partir de este momento, nuestro trabajo
interior es practicar para ser uno con esta Luz, cuyo amor ha hecho posible
nuestro despertar.
Algunos lo llaman “iluminación”;
el reino de alegría.
Guillermo Peña A.
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