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Durante nuestra vida nos enfrentamos a desafíos que parecen ser
mayores que nuestra capacidad de respuesta, cada uno de estas experiencias nos
"plantea" la siguiente pregunta: "¿Estás dispuesto a cambiar
(quién has sido)? con el fin de realizar una mayor posibilidad de ti mism@?
"
Y aunque momentos como estos nos preocupan
por su incertidumbre, debemos estar muy
agradecidos por su aparición en nuestra vida: esta experiencia no deseada,
de encontrarnos con nuestras aparentes limitaciones, es la única forma en que la vida
puede preguntarnos si queremos ir más allá, o sea; evolucionar. Entonces
este momento es en realidad una
preciosa semilla en germen de nuestro
ser, siempre que estemos dispuestos a verlo como tal.
Desafortunadamente, la mayoría de nuestros
cerebros automáticamente se resisten a lo desconocido. Cuando no podemos
entender la naturaleza de una situación no deseada, caemos, por defecto, en
manos de una naturaleza cuya respuesta es siempre la misma: ser negativo y
luego intentar protegernos. Suelen funcionar en piloto automático.
Una y otra vez, estos juicios interiores,
vuelven, repiten situaciones para poder ayudarnos a ver una cosa: no podemos
superarlos mientras sigamos siendo quienes y lo que hemos sido.
Solo hay una forma de que trascendamos las
limitaciones de nuestra naturaleza presente. Primero, debemos ver que: estas
limitaciones no nos pertenecen, más de lo que el torpe cuerpo de la oruga
pertenece a la mariposa liberada de su cáscara. La solución estriba en la acción, el movimiento.
Debemos actuar y atrevernos a dejar ir a cualquier parte de nosotros que quiera
que adoptemos su visión limitada de la vida como nuestra.
La verdadera libertad no es un logro; es
nuestra relación despierta y nuestra participación con lo que está en nuestro camino es parte
del Camino.
Esto es ponernos en acción
durante los primeros 5 segundos porque después nuestra zona de ganglios basales
va a tener la lectura de estrés y va
hacer lo necesario para que no evolucionemos, va a hacer surgir las dudas,
inseguridades y a dar preponderancia hacia lo que sentimos en ese momento en
vez de hacer lo y ponernos en acción para romper ese patrón. Que es lo que se
necesita en ese pequeño momento. Valentía.
La buena noticia es que
si empezamos a reaccionar nos vamos a sentir muchísimo mejor y vamos a conectar
con quien realmente somos en vez de con quien estamos soñando ser.